domingo, 27 de junio de 2010

DIA DEL PADRE Y DE LOS HIJOS


Hoy se habla mucho de la soledad de los jóvenes con lo que no se hace referencia a un aislamiento físico, sino a una verdadera falta de comunicación y acercamiento con los adultos con quienes comparten su espacio todos los días.

Los jóvenes necesitan encontrar en sus padres al amigo adulto, que aun teniendo más edad, experiencia y autoridad, no se aprovecha de su situación para manipular, sino que tiene la capacidad de escuchar, de ponerse en sus zapatos, comprender su problemática y sus necesidades, y, desde esa perspectiva, orientarlos, dirigirlos y ayudarles.

La realidad es que muy pocos padres asumen ese papel ya que creen que con mandar a sus hijos a la escuela, proporcionarles vivienda y alimento cumplen con su responsabilidad. Hay padres que se precian de tener muy bien educados a sus hijos, cuando en realidad lo que hacen es un proceso de domesticación, pues con el fin de no batallar, utilizan su autoridad para hacer que los jóvenes actúen en base a lo que resulta más conveniente o cómodo para dichos padres, con lo cual construyen un muro entre ellos y sus hijos y provocan en estos ese sentimiento de soledad.

Muchos problemas que hace algunas décadas eran casi exclusivos de los adultos, ahora se dan en gran escala entre jóvenes, debido a que dichas situaciones son una forma de escape que los jóvenes encuentran para soportar la terrible soledad en la que viven.

Tratando de encontrar una explicación a todas estas situaciones, hay quienes culpan a la violencia en los programas de televisión, la facilidad que tienen los jóvenes para adquirir drogas o a la influencia del medio ambiente. No se pretende restar importancia a esos factores, que indudablemente son reales y de una o de otra manera influyen en los jóvenes.

Pero la verdadera causa, la que más influye, poco se menciona y ésta se sintetiza en el hecho de que muchos jóvenes, en realidad, carecen de una familia, pues aunque algunos la tienen físicamente, emocionalmente no. En esta problemática, como sucede en casi todo, es importante tomar en cuenta que es mejor la prevención que tratar de poner remedio cuando el daño ya está hecho. Si todavía se está a tiempo, vale la pena poner en práctica lo que se llama la práctica de la doble T y se refiere a dos cosas: Tiempo y Técnica.

Al hablar de tiempo, simple y sencillamente se refiere al hecho de que los padres deben dedicar más tiempo a sus hijos. A veces se argumenta que lo que importa no es tanto la cantidad de tiempo que se pasa con los hijos, sino su calidad. Indudablemente es necesaria la calidad, pero también es necesaria la cantidad. No se puede dar una comunicación de calidad con un extraño. Para desarrollar confianza y apertura se tiene que dar un proceso que requiere de tiempo. Por tiempo de calidad se entiende el que se pasa con los hijos, enfocado a promover una comunicación real.

No es el tiempo que padres e hijos pasan juntos frente al televisor, ni el que se emplea en reprenderlos o sermonearlos, sino aquél en el que se escucha a los hijos activamente, con intención de comprender sus intereses, puntos de vista, inquietudes y preocupaciones. Muchos padres pueden argumentar que tratan de hablar con sus hijos, pero que ellos están encerrados en sí mismos y no permiten ningún tipo de intercambio. Indudablemente, se está empleando la técnica equivocada

Un libro que recogía testimonios de la ex combatientes de la Guerra de Malvinas transcribió, hace un tiempo, la carta de un oficial de la Fuerza Aérea con base en Villa Reynolds, Provincia de San Luis a su hija que siempre me pareció conmovedora. Esta vez lo hacía desde "una base en el sur del territorio argentino", y previo a realizar otra incursión al territorio de las islas.

En esa carta, llena de cariño y de angustia por la terrible experiencia que le tocaba vivir, el oficial recordaba apesadumbrado la noche anterior al embarque en el avión de transporte junto con sus compañeros de arma, para prepararse para el combate.

Y este militar, acostumbra do por las circunstancias a matar en defensa de su Patria y a ver morir a sus compañeros o no verlos regresar, recordaba que su pequeña hija, la tarde anterior a su imprevista partida, le había pedido dar juntos una vuelta en bicicleta por el parque de la Base como habían hecho en otras oportunidades, a lo que el oficial, fatigado por el trajín de la fajina de ese día le había contestado con una promesa que no podría luego cumplir: mañana te prometo que vamos, hoy estoy cansado...

A la hora en que escribía la carta en cuestión, con la vigilia de la alarma que indicaría otro vuelo al mando de su escuadrilla, hacía un breve balance de su vida, y en el debe colocó en primer lugar el fallido paseo en bicicleta con su hija.

Un domingo al mes nuestros hijos celebran nuestro día, no ocurre lo mismo a la inversa, dado que no existe ningún "día del hijo", razón por la cual es bueno reflexionar de vez en cuando en nuestra responsabilidad como tal, como por ejemplo:

1. No exigirás nunca a tu hijo lo que tú no estés dispuesto a hacer, o que con tu ejemplo has hecho lo contrarío.

2. Impondrás el orden cuando sea necesario, volviendo a colocar las cosas en el lugar que corresponde.

3. Exigirás ser obedecido por estar convencido previamente de la justicia y necesidad de tus decisiones.

4. Darás a tus hijos verdaderas pruebas de cariño.

5. Evitarás a todo trance demostrar cualquier desavenencia matrimonial delante de tus hijos

6. Acostumbrarás a tus hijos, desde pequeños, al trabajo y a obtener las cosas con su propio esfuerzo.

7. Aprovecharás todas las ocasiones posibles para dar tu opinión sobre los verdaderos valores de las cosas y de las situaciones que analices con tus hijos.

8. No adoptarás actitudes demagogas o cederás a los caprichos para no asumir tu responsabilidad.

9. Los reprenderás cuando sea necesario, con justicia y no en el momento del error sino cuando todos hayan recobrado la calma.

10. Darás gracias a Dios todos los días de los hijos que te ha mandado. Se podrá decir que no es fácil. Pero el premio quizás lo merezca: que el día de mañana, cuando le pregunten a tu hijo qué desea ser cuando sea grande, responda: ser como mi papá. No existe un regalo para el Día del Padre que lo iguale.
(Autor ... ? fué enviado en un e mail)